A esta altura del año siempre pienso en escribir y luego
me arrepiento. “No, este año no analizo nada, que pase como cualquier cambio de
calendario, fue.” Y una vez más estoy
sentada frente a la PC escribiendo… en este caso con un precioso pedido de
sushi.
La puta madre que 2016. O 2016, la puta madre que te pario! Es
mi primera sensación. Como se puede rescatar algo positivo cuando el dolor que
puede sentir alguien querido es tanto?
Porque años hay muchos pero hechos que te marcan de por vida no tantos. Personas sanas por naturaleza, sin maldad,
mucho menos. Si el combo implica dolor para ellas, no negocio. Y este 2016 tuvo
una carga muy grande eso. De dolor de gente sana, y no, no puedo cambiarlo.
A raíz de etas cosas me cuestione mucho el karma. Confío
plenamente que el universo es sabio, nos recompensa y nos castiga de igual
manera. Das lo que recibís. Bueno o malo. Todo vuelve de algún misterioso modo.
Todo se acomoda. Pero cuan maravillosa puede ser la recompensa para equilibrar momentos
de tanto dolor? De a ratos se pierde la fe. De a ratos muy largos. Y en ese dolor lo
primero que me sale rescatar es el amor incondicional de y hacia esas personas
que elegimos como familia, con lazos mucho más fuertes que la sangre. Sangre que personalmente considero que esta
sobre estimada.

El disfrute tan anhelado también es algo que viví. Logre
darme cuenta mientras disfrutaba que lo hacía. Eso fue aun más gratificante.
Disfrutar y ser conscientes que puede suceder, eso me hace disfrutar aun más.
Lograr sentirme plena por momentos es de las cosas más lindas que este año me
enseño.
Las adversidades, los conflictos, las sorpresas, los desafíos,
las desilusiones, me fortalecieron. Me
sentía empática con el resto, en gran medida y eso me enorgullece. Poder estar
a la altura de las situaciones cuando fue necesario. Que coincida mi modelo con
mi realidad es un placer que no siempre se puede sentir. Sentirme orgullosa de
mí en muchos aspectos me genera una extrema felicidad. La mirada ajena siempre
influye pero en mi caso la propia es sumamente castigadora y no tengo tantos
retos para conmigo. Tantos, pero siempre hay algunos.
Vida, mucha vida nueva alrededor mío. Amigos padres, amores
abuelos, en contextos ideales y no tanto. Pero agradecida de la vida que tengo
a mi alrededor, de la felicidad que implica, de poder disfrutarlos a ellos y a
sus padres, radiantes con la espera y la llegada. Los peques que cambian hasta
el peor día y los que con un dulce “chola” aunque sea en un audio me explotan
el alma.
A la hora de hacer este balance no tan necesario siento que sigo
creyendo, el tiempo sabrá hacer su trabajo, lo difícil es saber esperar y
aprender a recorrer un camino a veces no tan grato. Y no puedo dimensionar las sorpresas que nos
puede encomendar el universo como para contrarrestar tantos obstáculos pero
elijo creer que lo bueno vuelve y va a volver multiplicado para aquellos que
son buenos de corazón, para aquellos que quieren sanamente.
En breve cambia otro calendario, se vienen desafíos que
espero con ansias. Deseo de corazón que los dolores sanen, que pueda compartir
momentos de plenitud y felicidad con aquellos que no la pasaron tan bien, que
la vida les devuelva. Que el karma siga su curso.
2017. Acá vamos….
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